Llegaste con las manos vacías, con la cabeza llena de esas mariposas que te hacen añorar cada uno de los suspiros frente al cristal. Llegaste por casualidad y te quedaste. Quien sabe como te voy a llamar ahora, como voy a gritar tu nombre si no tengo voz. Si mis pulmones están marchitos, y mi corazón roto.
Como voy a cantar esas mini canciones que sabían a ti, esas sabias palabras con sabor a tus besos. No se como decirte lo que te daría sin tenerte, lo que te daría sin sentirte. Cogerte las manos, congeladas, inquietas, suaves, enredadas en tu precioso pelo. Como voy a darte lo que tengo sin tener nada en entre esta distancia que me mata, entre esta angustia que me remata, que me quita esa esperanza que me salía hasta por las orejas y ahora ha desaparecido, te quiero tan quieto como siempre tan perspicaz, tan indudablemente loco. No tengo más que decir si tu cabeza ya no está llena de ti si en tu estómago ya no albergan todo tipo de mariposas, todo tipo de fuegos artificiales, si la magia entre nuestros cuerpos se ha marchado para no volver. Que si te toco la chispa que me da me deja aislada de esa brisa que nos gusta tanto. Tanto, tanto tiempo para esto, para no estar fuera de si, para no pensar en ti, para no quererte para no sentirte, y que más da. Que más da tu miedo, que más da tu búsqueda de felicidad fuera de mi lado. Si tu vida está aquí, está tan cerca que no la ves, no la miras y la rehuyes, daría todo por que me vieras tal y como me veías antes.
Y es que ese dolor que inunda mi estómago, mi corazón es un dolor. Tan agudo que toco sin sentir. Que toco el cielo y no lo siento. Ese dolor de echar de menos, ese dolor que no cabe en mis pulmones. No se como decirte que daría una vida por verte sonreír. Tu solo dime como vas a dormir ahora sin echarme en falta en el lado derecho de tu cama, como vas a andar sin llevar a nadie agarrado de la mano. Lo siento pero no voy a estar.