"A lo mejor la vida solo consta de disfrutar de los pequeños momentos."

27 de septiembre de 2014

No.

Se me nubla el corazón cuando pienso en ti. Y aquella metáfora que recorría cada poesía inscrita en tus besos. Me suena bien. Y sabe mejor si estoy cerca. Se me hunde el corazón en agua tibia cuando hablo de ti, cuando me muero por dentro y me quedo sin lágrima. Se me cae el corazón al suelo cuando ya no lo tengo cuando ya no aparece y se ha ido.

Me lo has robado todo, y solo me queda recordar esa presencia de locura en tu pelo. Esas pintas de satisfecho al tomarte el primer café de por las mañanas, esa cara de judas cuando me mientes. No me mires así no alargues esa cara tan bonita que resplandece en el atardecer. Y ahora que se me nubla la vista he decido no buscarte, no buscarte en ningún lado ni entre escombros ni entre tus fotos en blanco y negras clavadas en el techo. Yo salía en ellas, y a lo mejor tú también, ya no recuerdo.

Y así me gusta (no) recordarte. Así me gusta no acordarme de tu calle, de tu número, de mi "yo" al estar contigo. No era diferente, solo más natural. Más normal. Aunque nunca lo fui, nunca fui normal, me sentí privilegiada al estar acomodando mi cabeza en tu hombro. Nunca fui normal, cuando me encontraba ruborizada cuando me mirabas. No estoy loca y pensarás que si. Que si me fui fue por la simple manera de quererte, de quererte tan fuerte. De poder ser tan felices juntos.

El "no te olvidaré" no será recordado aunque tus labios hayan dejado cicatriz entre mis sentidos.

El "ojalá le vea" de los sábados, aunque sea a tras luz cortado al viento, contigo o contigo no hay más opción que quedarte más tiempo del siempre.

26 de septiembre de 2014

Dime donde estás, no quiero verte.

No quiero echar de menos a nadie cuando diga adiós y sin embargo inspiro. Siento su ausencia y rememoro, y ojalá no le viera cuando no está. Y ojalá me sentara bien saborear el aire por el que él no ha pasado pero se me nubla la vista. Se me revuelve el estómago pensando en que será de mi con la cama vacía y llena de dolor. Que será de mi sin esa magia al despertar, sin esa presencia tan apetecible. Sin compañía mi cama esta fría, helada, sin necesidad de moverme siento frío y desolación. Sola. Sola me encontró en esta oscuridad sin salida.

Tu dulce perfume ya no está, tu me dices que vuelves cuando no es verdad y se me erizara la piel al ver el mar sola. Cruzó mis brazos y tirito, ojalá me abrazaras de nuevo como antes hacías inconscientemente. Y me gustaba sentir calor ajeno antes que el mio propio, sentir sus dedos entrelazanadose y agarrandome por reírnos la espalda, me recorría una ausencia por el cuerpo que hacía que me retorciera de dolor. Era irónico pensar en ti sin recordar tus rasgos más sutiles, sin recordar como movias tus manos al bailar, esos pequeños y diminutos síntomas de dulzura al reírte de mi risa. Poco faltaba cuando me intercambie la vida con el de enfrente, poco faltaba para que mi corazón muriera y no por ti. Por mi y, mi manía de pensar en que te quería más que tu a mi y que fuera verdad.

Me dolía tanto como acostumbrarme a tu ausencia de calor, y al frío de cada invierno sola. O aquel infierno sin tus besos. Me dolía.

23 de septiembre de 2014

Quiero enseñarte a suspirar entre el recuerdo.

Suspire una vez más. Me había dado cuenta que por primera vez necesitaba a alguien a quien agarrarme. De agarrarme contra mi pecho en los días malo y suspirar ese olor. No estaba sola tampoco pero nadie podría acogerme en su cama como lo hacía él, nadie podría recoger mis cachos después de cada caída. Nadie me vio caer, y ahora no sería la primera vez. No quería que nadie me viera desgarrarme sola, crujir cada uno de mis huesos y romperme. Nadie lo vería jamás. Nadie vería mi cara empapada en lágrimas ni mi maquillaje corrido. Nadie me vería deshacerme de todas las cosas que me hicieron lanzar zarpullidos a la vida como consecuencia de un mal día.

Pero sin embargo, después de tanto tiempo buscando a alguien para que me pudiera abrir los ojos y hacerme una vez más libre de lo que un día no fue mio. Pero que más da conmigo que sin mi, si nadie me busca antes de perderme. Que más da hundida que con una pierna dentro, sigo estando ahogada en un millón de lágrimas hechadas a un lado dispuestas a empapar.

Pero me he fijado en ti, en tu forma de sacudir tu mano al verme. De hacerme reír. Tu forma de decir que de verdad te quedas. Pero donde estarás ahora, cuando tu has empezado a agarrarte a mi, y ahora no sirvo de sostén para nadie. Me sostuvieron tus ojos, tu mirada entre mis manos y sentí que algo me avisaba de que en realidad después de irte me caería. Así ha sido, estoy pérdida en ese mar azul. De nuevo, sola.

17 de septiembre de 2014

No quiero

Cansada de esperar. De esperar a que todo vaya mejor, a saber me una canción de rock. A escuchar  la radio y bailar. Cansada de cerrar los ojos y esperar algo a cambio. De esperar a que venga alguien y me abrace en los momentos que más me cueste abrir los ojos. Me gustaría no esperar tanto y estar dejar de estar cansada por cosas sin importancia. Por la necesidad de esos abrazos, y de esos besos. De esos guiños de ojos, de esa mirada, de esa sonrisa que me hace palidecer. Estoy cansada de dejarme la piel, de no tener una vida junto a ti.

Por fin lo he dicho, y hablo de ti con palabras mayores, con acento en la "i"  con interrogante en "junto a ti" o quien sabe que "Sin ti". Demasiada importancia dejo en tus palabras, en tus gritos, en tus sonoros gritos. Bastantes en tus llamadas, en tus besos y abrazos.  Me gusta parecer pesada para parecer que te quiero más que tu. No quiero ser pesada quiero ser tu, quiero ser tu sábana por la mañana y a tu lado por la noche al despertar. Quiero sentir tu calor en mi rostro. Quiero tener la posibilidad de besarte de noche y si me dejas también cuando sale el sol.

Me quedo pensando, y es que No quiero ser tus mediodías, no quiero ser tus mañanas ni tus noches. No quiero ser tu nada ni tu todo. Porque si me miras desvanezco y si me sonríes me muero. No quiero saber diferenciar tu sonrisa triste de la que de  verdad me gusta, no quiero tenerte, no quiero volver a verte. Nunca más, si no es con esa vida por delante para vivirla junto a mi. Porque ya no quiero otra vida sin ti, otra hora más con dudas, no quiero nada que no se  parezca a ti.

13 de septiembre de 2014

Esperando, esperando algo que no llega.

Esperando una reconciliación. Un mensaje de autoestima elevada. Un beso en un tren. Una carta que venga desde el sitio más remoto. Esperando tu Cruz, tu vida, mi ausencia. Esperando tu venida y tu ida. Completamente arisca, muerta de frio dentro de ti. Casi sin morder polvo. Estoy esperándote a ti. A tus abrazos en la madrugada, a tu besos en el atardecer. Te estoy esperando, esperando todo de ti todo lo que quiero de ti. Simplemente lo que antes procuraban regalarme con tan sólo mirarme. Y ahora, ¿y ahora? Ya nada, no hay ni principio ni fin. Estoy acostada sola en el sofá. Frente a la puerta.

Sopla el viento y lo único que veo es oscuridad, oscuridad entre mis cortinas y entre tu sonrisa y la mía, que ya no hay nada. Ojalá me acordará de como era estar contigo. De como era recostarse sin tocarte y sentir tu calor pegado a mi cuerpo. Ojalá estuvieras aquí. Y no donde estas que ahora mismo ni yo misma lo se. Esperando algo que con el aire se está yendo poco a poco y el tiempo ya no me regala vida más para pasarla a tu lado.

12 de septiembre de 2014

Ojalá vuelvas y veas todo igual.

Tantas veces ida, tantas veces melancólica.  Tantos días y tantos lugares extraños y simplemente doloroso se me acurruca en la costilla derecha sin dejarme respirar. Aprisionando a mis pulmones sin dejarme aliento, me gustaría saber a que saben esos besos malditos.  De corazón abierto, de lágrimas amargas, de todas las maneras posibles y nunca dichas. Sin dejar de entumecerme, sin tener en cuenta mis sentidos, mis lloros y mis defraudadas dudas que trepan por tu espalda. Me creo un héroe maldito de tus besos, me creo supersticioso y en ruinas cómo Roma. Me creo París con sus múltiples posibilidades de lucir. Me creo cualquier parte del mundo si estás tú. Si estoy yo. Si estamos juntos.

Tantas nostalgia en mi labia, que latía sin dejarme respirar sin dejarme controlar aquellos sentimientos embadurnados en agua salada. El problema es que yo no quiero a nadie más en mi cama, ni a mi lado en el desayuno, no quiero a nadie más  que a ti. No quiero otra sonrisa, otra voz que canturrea una canción sin tener ni idea de cual es, no quiero otro que me enseñe a volar cuando llueve, te quiero a ti con tus muchas despedidas, te quiero con tu sonrisa que me aturde cuando brilla. No quiero nada más, y eso ya lo he dejado claro.

Noches oscuras incomprendidas, llenas de luces oscuras también. No encuentro la gracia a tu dudas. No encuentro la luz en tus ojos. No estas tu, y si no está tu ¿que será de mí?

Si no estas tu.
Yo no soy nada.

7 de septiembre de 2014

Sí eres tu ven y lo dejo todo.

Conteniendo las lágrimas guardadas en el mismo lugar que tu sonrisa. Resguardada del dolor marcado a bala. Aquella luz de sol entre tinieblas, quien diría que te busqué dejándome cuerpo y alma en combate. Cicatrices marcadas a traición realmente dolía el corazón. Y si no te veo me derrumbó, me cojo de cualquiera de esa forma que dejó caer mi leve peso hacia delante en busca de esa ayuda.

Rehuyó a corazón abierto, Deslumbraba en el atardecer de sus ojos. Sosteniendo cada llanto malherido en sudor, no quería sentir más que el leve peso muerto de mi subconsciente impreso en mi nostalgia, en mi melancolía derrumbada. Cabizbaja, desecha, bella, hermosa, herida, rota, pisada y derrotada. No era lo mismo deletrear su nombre que contar su historia. No era lo mismo decir te quiero a sentirlo. ¿Y que era lo mismo en ese mismo instante en el que sus ojos azules brillaban humillados en el horizonte de ese espejo sin salida? ¿Que era de esa vida contada en verso esperando un príncipe una sombra que la ayudaba en los momentos crudos? No era yo. Eres tu, donde quieras que estés. Incrustada en ese cielo nublado con olor a lluvia, alegre entre flores amarillas, divertida entre las sábanas blancas, arisca a las seis de la mañana, eras tu bajo el paraguas de día y bajo la capucha de noche. Donde quiera que estés sigues siendo tu.

1 de septiembre de 2014

Encontrándonos antes de buscarnos.

¿Dónde quedaron los besos sin norte? ¿Las despedidas de verdad? ¿las risas que naufragaron por nuestros labios? ¿Dónde quedaron los libros con nuestras historias de amor? ¿esa vida llena de alegría entre nuestros cuerpos pegados? Esos susurros que se oían a lo lejos de ese mar. Aquella velada entre estrellas que inundaba nuestra mirada haciendo brillar. Ese brillo en los ojos, ese rojo en los labios, ese mar en tu iris, ese asqueroso olor a olvido entre líneas de pentagramas.

Me balanceo entre tus cuerdas, te miro y resplandezco. Me columpio por tu pelo, acariciandolo con mis dedos, quien quieres que sea que lo seré por ti. En quien quieres que crea que creeré por ti. Me acomodo en la luna, en el sol, en lo alto del cielo simulando que vuelo. Me cubro de la simple capa de hielo, que si hace frio ven, que si hace calor también. Ahora, o Nunca. 

¿Que paso con tu risa floja entre mis labios? ¿los leves gruñidos entre mis entrañas? ¿ese olor a tristeza entre mis brazos que nunca volveré a oler? Ya se fue. Ya se cruzo de brazos. Ya me miró con los ojos abiertos dejándome ver el mar abierto. Ya no estoy yo. Ya me he ido. Pero no me busques, ya me encargaré yo de ti, de encontrar ese olor a vainilla en tu pelo, ese crujir en mi corazón agrietado, de recorrer tu espalda por cada uno de tus lunares, ya cogeré yo las riendas de mi corazón para deshacerme de todo este mal dentro de mi. Pero me río, y quien sabe si algo más. Nadie sospecha que entre tu búsqueda y la mía haya algo que ver. Yo te busco y quien sabe que buscas tu.